Creerte
el centro del universo sólo alimentará las obsesiones que tienen por ti mismo.
Poco a poco, comienza a centrarte en los demás y recuerda que ayudar al prójimo
puede ayudarte a sentirte mejor y más positivo. Los problemas de los otros
pueden hacerte tomar conciencia de que no todo lo que te pasa es tan grave.
Verse bien es una manera de sentirse bien. El cuidado personal te hará
sentir más renovado y te ayudará a romper el círculo cerrado del pesimismo.
Intenta
cambiar de imagen regularmente y no dudes en arreglarte cada vez que sales de
tu casa. Asimismo evita el encierro, esto te obligará a modificar tu aspecto.
Pasa
cuanto antes a la acción y permítele al cuerpo moverse con total libertad.
Practica un deporte, haz alguna actividad física, recrea tu mente a través del
baile o de un paseo por el parque. De esta forma elevas tus niveles de
adrenalina y serotonina aumentando el optimismo y desechando los pensamientos
negativos, por tanto ayudándote a conseguir una actitud positiva.
Si piensas continuamente en lo
que debes o puedes hacer en el futuro te pierdes de vivir el presente.
Además
este tipo de pensamientos alimentan la ansiedad y las preocupaciones y no te
permiten disfrutar de los pequeños momentos que te da la vida.
Para
dejar de divagar y angustiarte por lo que todavía no sucedió, nada mejor que
centrar todos tus sentidos en el aquí y ahora, sin dejar de lado los sueños y
los proyectos.
Olvídate de los detalles
La
obsesión por la perfección sólo puede conducirte a la desilusión. Pues no todo
es tan perfecto como siempre pretendes que sea, la vida está llena de pequeños
detalles que la hacen encantadora y única.
Busca un equilibrio y deja de lado el exceso de perfección, te sentirás
mejor.
La
actitud que tomas frente a los problemas o sucesos que se te presentan
cotidianamente es finalmente la que determina la dimensión e importancia de los
mismos. Recuerda que hay dos formas de ver el vaso: medio lleno y puedes
alegrarte al observar la mitad llena o puedes preocuparte por la mitad vacía.
Esto
no es ni más ni menos que una cuestión de dos actitudes antagónicas: la actitud
positiva y la actitud negativa. Sin dejar de ser realista o soñador, puedes
transformarte en una persona más positiva y creativa para vivir las
circunstancias de una manera menos traumática y más relajada.
Relájate y respira profundo
Si
algo te salió mal o te sientes un poco depresivo, lo mejor que puedes hacer es
distenderte y concentrarte en la respiración. Se ha comprobado que los métodos
de relajación ayudan a deshacerse de los pensamientos negativos, favorecen el
control de las emociones y purifican el cuerpo.
Haz lo que piensas
Si
piensas una cosa y terminas haciendo otra totalmente diferente, te sentirás
inconforme contigo mismo. Trata de evitar las conductas contradictorias, sobre
todo si no quieres que te invada un profundo sentimiento de fracaso
existencial.
Aprende a ver el lado positivo de las cosas
Debes
aprender que en la vida no todos los momentos son buenos, hay algunos peores
que otros e incluso algunos son indeseables. La clave está en aceptar los
hechos que son irremediables sin ningún tipo de frustración o enojo desmedido.
Al
contrario, la serenidad, el autocontrol y la visión positiva de las cosas son
las mejores armas para enfrentar con éxito lo que te toca vivir.
Evita las comparaciones
Para cultivar una actitud
positiva nada mejor que ser uno mismo. Tanto las comparaciones como las
idealizaciones de
cómo deberías ser tú y de cómo
deberían ser las cosas, son muy perjudiciales para tu salud mental y tu
autoestima.